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8 de septiembre de 2013

¿Eres de los que no saben escuchar? La regla de oir más y hablar menos

Hay personas que por desgracia en su comunicación no saben ni oir ni escuchar y sin embargo si que saben hablar mucho. Son personas que alteran aquello que poseen y no le dan su valor correspondiente, haciendo por consecuencia un desequilibrio en sus vidas.




No creas que estoy exagerando al contarte esto, porque es la verdad. Tenenos dos oidos para oir y una boca para hablar, es indispensable para nuestra comunicación, sin embargo hablamos dos o tres veces más de lo que somos capaces de oir. Es desaprovechar lo que tenemos y malgastar funciones muy importantes de nuestro organismo, por consiguiente, al no estar en equilibrio con nosotros mismos, nos hará cometer errores y tener que esforzarnos más en conseguir las cosas. Es como si una persona que tenga un cociente intelectual de 180 se dedica a trabajar como repartidor de pizzas, por ejemplo, y muestro desde aquí el mayor respeto a ese trabajo tan duro. No es malo, ni esa persona está haciendo algo mal, simplemente no está aprovechando aquellas cualidades que posee y no le sacará partido hacia el bien de su vida, y hacia conseguir su felicidad y bienestar.

El hombre está diseñado para escuchar y oir mucho más de lo que es capaz de hablar. Eso ahora no ocurre en casi nadie, y resulta un verdadero placer encontrarte con alguien capaz de escucharte y prestar atención a todo lo que le dices sin que muestre cansancio, indiferencia o se mezcle el mismo en la conversación.
¿Te habrás dado cuenta alguna vez de que tienes dos orejas y sin embargo solo una boca? Pues la tendencia de las personas es explotar esa boca y malgastar esas orejas.

Nuestro cuerpo está estructurado para que cada parte de el cumpla una función, con lo que si alguna parte no se sabe utilizar, estaremos mermando nuestro rendimiento en alguna función que queramos desempeñar.
En el tema de la comunicación es muy importante el dar información y el recibirla. El recibirla quizás sea mucho más valioso aún, porque todo lo que seas capaz de almacenar en tu mente te será siempre de ayuda en tu futuro, mientras que lo que siembres por tu boca no tendrá ese rendimiento.

La naturaleza en sí del escuchar y del hablar son bien distintas y sin embargo son partes indispensables de una correcta comunicación. Para hablar necesitas un impulso propio, una intención que te hace pensar, maquinar las palabras y una ejecución de estas palabras a través de tu boca, con lo que es una acción que tú mismo puedes controlar. Si no quieres no hablas....y puedes hablar cuando tú quieras.
Por el contrario, el escuchar y oir es algo que no está diseñado para que tú lo controles. Aunque tú no quieras oir algo, inconscientemente lo harás, porque es necesario para nuestro cuerpo. Todo lo que sea beneficioso para nosotros, estaremos adaptados a recibirlo y nuestro organismo lo agradecerá porque de una forma u otra nos ayudará a mejorar en todos los aspectos. ¿Has probado alguna vez a intentar de dejar de respirar?.....No podrás porque tu cuerpo necesita el oxígeno para vivir y seguir adelante, y aunque te olvides de hacerlo, inconscientemente lo harás porque todo el beneficio es bien recibido en nuestro interior.
Las palabras y la información que oimos....es más, todo aquello que oimos y escuchamos nos será para bien y es por eso que estamos adaptados a oir inconscientemente sin que nosotros podamos controlarlo.
Quiero con esto que comprendas que no debes poner barreras a la información que recibes, no limites tus oidos y abuses de tu boca, sino más bien al contrario....llénate de información y no des tanta. Tu naturaleza te dice que aproveches lo que entra en tu cuerpo, lo que recibes, lo que escuchas y lo que oyes, porque es necesario y a la larga tu felicidad, aunque creas que no es para tanto, será dependiente de estas cosas que parecen tan insignificantes.

Desgraciadamente hoy en nuestra sociedad hay muchas personas que necesitan ser escuchadas y oidas, por diversas razones. De hecho hay paises en los que incluso se paga por un servicio en el que determinadas personas se ofrecen para escuchar a los demás y escuchar aquello que quieren contarles.
Ayer, por ejemplo, pude comprobarlo por mí mismo, debido a una conversación que tuve con una persona durante aproximadamente 40 minutos en la que solo fui capaz de hablar dos frases, el resto fue totalmente un monólogo por parte de la otra persona hacia mí, pero sin embargo me callé, escuché y aprendí muchísimo de esa persona y de cómo se sentía.

Si todos aprendieramos a escuchar un poco más y a hablar un poco menos, todos seríamos un poco más felices y nuestra vida estaría más equilibrada, los problemas tenderían por naturaleza a solucionarse de una manera más directa y efectiva y en general la felicidad estaría más a nuestro alcance.
Aprende a oir a los demás, a escuchar a tu entorno y a recibir todo lo que está a tu alrededor. Lo que entra en tu mente y en tu cuerpo te será de más utilidad que aquello que sale de el.
El saber escuchar se ha convertido hoy en día en una virtud que pocas personas tienen.

¿ Y tú, tienes una comunicación basada en escuchar más de lo que hablas?

Autor: Ying Yang

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