Muchos padres, ya sea por desconocimiento o por sus propios principios, ignoran que la inteligencia emocional es un punto importante en lo que al desarrollo personal de nuestros hijos se refiere.
La educación que existe hoy en día, se ha reducido hasta tal punto, que una familia tan solo espera que sus hijos sean obedientes y cumplan ciertos principios básicos y comunes que todo niño debe cumplir.
Sin embargo, cuando se trata de desarrollar la inteligencia emocional en nuestros hijos, estamos no solo educándolos, sino dándoles una capacidad sobre el manejo de sus emociones y sentimientos, que en un futuro sin duda les será de gran ayuda.
Cuando se enseña a un niño a controlar sus propias emociones, repercute en actitudes de su modelo de vida, y hace que esta adquiera un rumbo diferente de los que podríamos llamar "emocionalmente estúpidos".
Estudios realizados, demuestran que en niños en los que se promueve el control emocional y la administración y buen uso de sus sentimientos, se obtienen resultados como:
-Mejoría en la capacidad de concentración, atención y entendimiento.
-Afrontar con éxito, dificultades problemáticas de su niñez o juventud.
-Mejoría en las relaciones con otros niños y con personas mayores.
-Mejoría en el rendimiento académico y mayor claridad y perspectiva de futuro.
¿Y el enseñar a los niños sobre el control de sus emociones puede darles tantos resultados?
Pues, aunque algunas personas no crean que sean resultados grandiosos, tenemos que entender que en un niño, la línea de separación entre dos cosas, es muy simple, es decir, los pequeños detalles, hacen que un niño pase de un polo al polo opuesto en un abrir y cerrar de ojos.
Cuando tratas de fortalecer en tu hijo sus cualidades para controlarse a sí mismo y a las emociones que su mente produce, como reacción de sus actos y modelo de vida, refuerzas una base que aprende desde pequeño y que le demuestra que el control puede ejercerlo el sobre las cosas y no las cosas sobre el.
Con ello, cambia radicalmente la forma de afrontar su día a día y por consiguiente mejora su perspectiva de futuro, dándole una visión mayor de sus posibilidades de éxito y felicidad.
Cuando un niño empieza a entender lo que significa amor, tristeza, dolor, depresión, etc.... y sabe como administrar poco a poco dichas emociones y el porqué son causadas, todo cambia.
No es lo mismo enseñarle que dos por dos son cuatro, porque así está escrito o que algo es así porque es lo correcto, que enseñarle qué es lo que causa el dolor en su persona y porqué debe evitar ciertas cosas que lo provocan, o qué es sentir amor por algo y el efecto que causa en las personas cuando lo reciben y cuando lo dan.
La base de la educación en nuestros hijos, debe ir mucho más allá de la que hasta ahora parece imponerse en nuestra sociedad.
Lo que hacen todos no tiene porqué ser lo correcto, y un niño es una verdadera máquina de absorción, con capacidad desde pequeño de procesar cosas que pueden hacer que su desarrollo como persona, sea lo más perfecto posible.
Padres que no entienden que son las emociones y que caen fácilmente ante sus efectos, no podrán nunca llevar la educación de sus hijos más allá del mero tópico de "esto es así, porque así lo he vivido".
La familia es el primer contacto emocional que un niño tiene en su vida, con lo que es el momento idóneo para empezar su educación basándose en el manejo de dichas emociones, para que sean administradas sobre ellos de forma correcta y proporcionada.
Si partimos de esta base, podremos tener unos hijos con la capacidad suficiente para convertirse en personas "emocionalmente inteligentes".
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