Muchos serán los problemas que tendremos en nuestro día a día, pero lo que no todos saben es que tenemos el mayor arma para superarlos, sea cual sea su magnitud....nuestra inteligencia emocional.
Si nos paramos a analizar a fondo cual es la composición de un problema o una adversidad y el porqué nos hace tanto daño en nuestra vida, podemos apreciar que la gran mayoría de las personas pasa por alto el principal punto débil que toda situación negativa tiene.
Todos tenían miedo y veían ante sus ojos a un soldado temido por todos y que parecía prácticamente invencible.
Pero salió David, un joven de cuerpo delgado, pastor de ovejas y sin experiencia alguna en el campo de batalla que dijo que se enfrentaría a Goliat.
Corrió hacia el y sin ningún miedo, le lanzó una piedra y lo tumbó. Luego le quitó su espada y le cortó la cabeza ante el asombro de los dos ejércitos por su gran hazaña.
¿Qué tiene que ver todo esto con la superación de los problemas? Sencillo, David no veía a Goliat como un problema en sí, es decir, no se dejó en ningún momento influenciar por el entorno que había ni por nada exterior. En otras palabras, tenía pleno control de sus pensamientos y actos.
Simplemente el tenía una visión distinta de ver la realidad (la confianza en su Dios), lo que le hacía pensar que su enemigo, en realidad no era rival para el y lograría vencerlo.
Aquí no vamos a entrar en temas religiosos ni ideologías de ningún tipo, pero el ejemplo es útil para enfocarnos en que no es el problema en sí el que consigue poder y fuerza sobre nosotros, sino que somos nosotros mismos los que valoramos de forma inconsciente el problema y juzgamos cual serán nuestras
probabilidades de vencer.
Para que lo entiendas mejor, recibes un día una llamada en la que te comunican que estás despedido de tu trabajo. Tienes hipoteca, préstamos y una familia a la que mantener, por tanto piensas en ese momento que tienes un verdadero problema encima.
Normalmente se adquiere la postura de buscar una solución para combatir dicha adversidad, es decir, tratamos por todos los medios de encontrar trabajo lo más rápido posible para compensar lo que nos ha pasado. En otras palabras, te has dejado vencer por tu problema y has permitido que te derrote en tu propia vida, con lo que estás buscando solución con la carga emocional del efecto de todo lo que te ha sucedido.
Me dirás: ¿bueno, entonces qué hago, porque tendré que buscar una solución?
Pues claro, pero una cosa es que te esfuerces en encontrar salida a un obstáculo dejando que este te afecte al 100%, que hacerlo con una mentalidad distinta y usando tu inteligencia emocional para controlar en qué grado debe afectarte el inconveniente que te ha pasado.
Tú eres el que le da el sentido, la fuerza y el grado de importancia a un problema en sí, porque lo malo que te pueda ocurrir, siempre nace de tu existencia, de tus acciones y forma de pensar.
Cuando le quitas el alimento del cual se nutren tus problemas, éstos empezarán a desaparecer o a bajar de peso e intensidad, causándote cada vez más alivio en solventarlos.
Por eso es tan importante el saber manejar las emociones en cada momento, porque es así como controlamos el cómo nos afecta algo.
Una situación te afectará en el sentido que tú lo permitas y aunque me digas que hay cosas que son obligatorias y demasiado importantes para quitarle importancia (como el ejemplo anterior), debes tener en cuenta entonces que el modelo de vida que has llevado, no ha estado tan bien centrado como tu pensabas y al final has acabado dependiendo demasiado de los acontecimientos que te suceden y no tienes suficiente capacidad intelectual para controlarlos.
Una inteligencia emocional lo suficientemente desarrollada, es capaz de desarmar un problema, bueno, mejor dicho...el problema es el mismo, pero el efecto que causa en tí ya no lo es, y ahí es donde está la base de todo.
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