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16 de julio de 2015

Ejemplo real de cómo ser optimista cuando tienes una enfermedad terminal

Hoy quiero traerte un post muy especial, y no porque hable del optimismo, sino porque habla de cómo puede ser feliz una persona con una enfermedad terminal.

Si miramos la sociedad de hoy, vemos gente quejándose por estupideces sin sentido, cuando hay personas que tienen sus años de vida "contados", y son capaces de ver la vida con alegría y felicidad.


¿En qué se ha convertido el mundo en el que vivimos?

No quiero llegar a pensar que la gente ya no se molesta demasiado en ser feliz.

Simplemente corre en su vida. No sabe hacia donde, pero corre.

Bueno, no me enrollo más y te dejo el relato. Es de un muchacho llamado David, enfermo de cáncer de páncreas.


"Recuerdo en especial ese día. Estaba sentado delante de mi especialista médico, el cual estaba ahí mirando detenidamente los papeles e informes de mis anteriores pruebas (varios meses haciéndomelas).

Su cara me causaba dudas y no era capaz de determinar en qué estaría pensando, pero llegó el momento.

Sus palabras fueron un jarro de agua fría para mí. ¿Y para quien no?.

"David, tienes cáncer de páncreas, y está bastante avanzado".

Estuve todo lo que quedó de consulta escuchando los protocolos médicos en estos casos, las pruebas que me harían, y lo que tendría que plantearme a partir de ahora.

Sinceramente eso no me importaba, porque el reflejo de mi vida, pasó delante de mí justo en esa consulta.

¿Cómo puede ser posible eso? ¿Yo con cáncer?

Una vez leí que todos teníamos que aceptar nuestra realidad, pero, ¡¡cuánto cuesta aceptar la mía en estos momentos!!.

Recuerdo que llegué a casa totalmente derrotado.

Me tendí en la cama y me puse a pensar.

Sólo recordaba lo que me había dicho el médico, sus palabras y lo que supuestamente sería de mi vida a partir de ahora.

Me sentía mal por cómo mi familia me miraba. Parecía que me iba a morir mañana mismo. Todos me miraban con pena y parecía como aquellos presos a los que se le concede su último deseo.

Así pasó el tiempo y por un periodo, empecé a pensar de que realmente no existía ningún motivo por el cual debería levantarme cada mañana de la cama.

¿Para hacer qué?

Ya apenas salía de casa, dejé casi todas mis actividades que solía realizar en mi tiempo libre, y estuve al borde de una depresión.

Sin embargo, un día parece que mi mente me dijo "aquí estoy yo".  Dicen que todos tenemos 5 minutos de genialidad al día. Pues la mía me salió muy rentable.

Me hice a mí mismo la pregunta: ¿Acaso ganaré algo quejándome y compadeciéndome de mí mismo?

Leí hace un tiempo que la diferencia entre un pesimista y un optimista, es que este último no miraba nunca al pasado ni se lamentaba por todo lo que ya había ocurrido. Tampoco buscaba culpables por sus desgracias ni les prestaba más de cinco segundos de su tiempo a los problemas ocurridos. Simplemente se centraba en el presente y en buscar soluciones a sus obstáculos en vez de culpables.

Bueno, me dije a mí mismo que existiría la posibilidad de que mi problema no tuviera solución, y eso tenía que aceptarlo.

Sin embargo, ¿de qué me serviría lamentarme?.

En este tipo de situaciones, no tienes opciones donde elegir, es decir, el camino a seguir es único.

Tu salud está viéndose perjudicada y eso puede que no tenga remedio, y por eso mismo, yo no puedo cambiarlo, tanto si me quejo como si no, tanto si lloro como si no, tanto si entro en depresión como si no.

Empecé a ver cuál era verdaderamente mi única opción.....ser feliz y disfrutar de la vida que me quedara.

Porque si no hacía eso, sin duda lo pasaría peor todavía.

¿Sabes cuando pierdes el miedo a todo en tu vida? Cuando piensas en la muerte y sabes que está cerca.

Eso me pasó a mí, y conseguí enfocarlo para que me fuera beneficioso y sacarle partido.

Quizás mi futuro ya estaba escrito, pero sin duda, lo que no estaba escrito era mi día de hoy, y tenía en una mano el pesimismo, el fracaso y la tristeza y en la otra mano la alegría, el optimismo y la ilusión de ser feliz el tiempo que me quedara.

¿Cual elegir?

Sea cual sea mi decisión, yo sabía que no cambiaría la gravedad de mi enfermedad, pero lo que sí que cambiaría es el resto de días que me quedaban por vivir.

Para todos aquellos que se pueden ver en una situación similar, les animo a que piensen detenidamente su situación.

Tenemos que aprender a aceptar aquello que nos ocurre y a ser objetivos y críticos diciéndonos que por mucho que nos lamentemos por algo, no ayudaremos en nada a que mejore.

Por tanto, la única opción viable es volver a coger las riendas de lo que te queda de vida, y sacar de ella el mayor partido posible.

Ahora mismo puedo decirte que he conseguido disfrutar en 8 meses que llevo con mi enfermedad, más que en toda mi vida antes de tenerla.

No sé cuánto me quedará, ni si las cosas saldrán bien o mal, pero lo que sí se es que he llevado mi felicidad a un límite mucho mayor que la tenía antes, y si me tengo que ir, lo haré habiéndolo dado todo de mí y llevándome conmigo todo lo posible de mi día a día."


Bueno, espero que te haya servido de utilidad el relato de David. Desde aquí quiero transmitirle mi admiración por sacar la felicidad de donde muchos no lo consiguen.

Nunca permitas que cosas físicas que te sucedan en tu vida, alteren cosas que tú mismo puedes crear y desarrollar en tu mente.

Ser feliz depende de tí y de cómo enfoques aquello que te sucede.



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