La inteligencia emocional, todavía está tan infravalorada, que no resulta importante en la vida de alguien, y mucho menos a tener en cuenta en alguien que ha alcanzado un determinado éxito o bienestar en su vida personal o profesional.
Hoy quiero contarte el caso real (del que se habla en el libro de Daniel Goleman: "Inteligencia emocional") de una chica que se llama Marta.
En la actualidad, con treinta años, es propietaria de una empresa de diseño de software que maneja millones de euros anuales, que ella misma creó, y que a día de hoy tiene representación tanto aquí en España como a nivel internacional.
Tiene a su cargo a miles de trabajadores y a su temprana edad, su poder económico y profesional es altísimo y está en constante aumento.
Se puede considerar su caso como un ejemplo de alguien que triunfó en su vida profesional y que ha conseguido montar un imperio que está cada vez creciendo de tal forma que parece no parar nunca.
A la edad de seis años, su profesora llamó a sus padres para avisarlos de que su hija no estaba teniendo un rendimiento académico y educativo normal para su edad.
Según sus evaluaciones, Marta tenía un nivel de inteligencia por debajo de lo normal. No solía atender en clase, no mostraba interés por aquello que le decían y no cogía el ritmo académico que sus compañeros de clase ya tenían.
Su tutora mostró a sus padres su especial preocupación, en especial, por si Marta pudiera tener algún tipo de retraso intelectual que le impidiera progresar y adaptarse al nivel académico de su edad.
Sus padres hablaron con un profesional que tuvo la idea de someterla a un estudio, pero enfocado en otros aspectos.
El estudio se centró en un punto principal.....su clase, y tratar de entender el porqué no evolucionaba como el resto de sus compañeros.
Todo coincidía con lo que su profesora había dicho y evaluado en ella, pero hubo algo que en realidad pasó desapercibido para todos, y no le prestaron la suficiente atención.
Marta fue sometida a unos ejercicios en los cuáles, uno de ellos consistía en dibujar una especie de mapa de la clase, con sus mesas y sus sillas y la pequeña tendría que colocar la foto de sus compañeros en el sitio donde se sentaban.
Marta acertó el 100%, y colocó sin fallo alguno a cada compañero en su sitio exacto.
Por último, le dijeron que colocara cada foto junto al juguete que más usaba en el colegio, y con el que más lo identificaba. El resultado fue el mismo y supo a la perfección qué juguete usaba cada uno de sus amigos.
Marta tenía una capacidad emocional de tal envergadura, que a su corta edad, sabía distinguir emociones y sentimientos que los demás niños no eran capaces de ver o prestarles atención.
Tenía la capacidad de analizar su entorno de tal forma que sabía lo que cada persona quería, hacía o por lo que sentía mayor tendencia.
Sus cualidades le permitían conocer a cada uno de sus compañeros, por sus actos, por sus expresiones, y por su comportamiento y los trataba en función a ello.
A pesar de su aparente "deficiencia intelectual", la pequeña tenía una inteligencia emocional mucho mayor que los demás, incluso mayor que muchas personas adultas.
Sin embargo, ahora la tenemos al frente de un verdadero imperio, y su vida puede decirse que es una vida de éxito.
Su capacidad emocional la llevó a comprender lo que la gente necesitaba, aprovechar de forma más inteligente las oportunidades y necesidades que el mundo le pedía.
Es vista y apreciada por todos los trabajadores que la conocen y tiene tal empatía con los demás, que sabe lo que necesita cada uno, sin necesidad de que se lo digan.
Eso es lo que ha hecho que una persona con un desarrollo intelectual supuestamente por debajo de los demás, consiga una vida de éxito y bienestar.
¿Influye entonces la inteligencia en tu éxito?
Todo influye en esta vida, pero hay cosas que en la actualidad se pasan por alto, sin saber su verdadero potencial.
La inteligencia emocional juega en una liga totalmente distinta, y requiere de un enfoque que no todos ven ni saben apreciar. Requiere jugar con elementos invisibles ante la vista de la mayoría, pero que pueden darte un gran empuje para que aquello que te propones, tenga éxito o fracase.
De hecho, ya se trata de trabajar en que los padres aprendan a educar a sus hijos a ser emocionalmente inteligentes, y a fortalecer otras ramas de nuestra mente que están todavía muy desconocidas, ya sea por miedo o por el propio desconocimiento en sí, pero que son necesarias y muy importantes en su futuro.
Puede que el éxito esté más cerca de lo que tú crees, y quizás no significa que lo estés haciendo mal, sino que tal vez, deberías utilizar otras armas que te proporcionen mayor beneficio para conseguirlo, y la inteligencia emocional puede ser una de ellas.
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