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22 de mayo de 2017

El círculo vicioso que te impide cambiar de hábitos en tu vida (1ª parte)

¿Quien no quiere cambiar? Todos queremos cambiar alguna parte de nuestro estilo de vida (o todo en general) o modificar algunos de nuestros hábitos, sobre todo los perjudiciales.

Sin embargo, resulta como el que se propone dejar de fumar a primero de mes, lo intenta durante un tiempo y luego al final acaba abandonando su propósito de cambiar, por los motivos que sean.



Caemos en una especie de círculo vicioso (parecido al círculo vicioso de nuestros pensamientos y emociones) que hace que aunque tengamos muchas intenciones y ganas de hacer ese cambio en nuestros hábitos, al final no lo consigamos.

Pero, ¿por qué somos así?  ¿por qué nos cuesta tanto cambiar? ¿qué es lo que nos retiene a realizar ese cambio, mejorar y crecer?


¿Circulo vicioso?


Puede llegar a ser incomprensible que una persona, aún sabiendo que tiene un hábito negativo y perjudicial, siga llevándolo a cabo.

Una de dos:


  • O ese hábito está demasiado arraigado en nuestro interior que resulta casi imposible eliminarlo o cambiarlo 
  • O no sabes cómo cambiar tus hábitos correctamente

La mayoría piensa que el primer punto es el mayor obstáculo, sin embargo es lo que menos importancia tiene.

Cuando no cambias tus hábitos y no consigues superar un estado de "dependencia" hacia un estilo de vida que no quieres tener, es porque no sabes cómo ejecutar correctamente ese cambio.

Y el círculo vicioso en el que te encuentras no es que sea muy potente, es que tú lo haces que sea casi indestructible.

Primero vamos a estudiar de qué se trata dicho círculo:


¿Ves ahora la dificultad del proceso y la importancia de salir de este círculo que nos ata?

Todos los pasos están unidos y la negatividad del primero, afecta al segundo y así sucesivamente.

Cada carga que no consigues liberar o que te echas encima, se convierte en un grano de arena para impedir que desarrolles el siguiente paso correctamente.

El programa en si está bien, pero cuando cometes un error en algún punto, ese error se convierte en el desencadenante de una bola de nieve negra que acaba destrozando por completo tu objetivo.



Las distintas etapas



  • El propósito y la intención


La intención de cambiar hábitos en nuestro estilo de vida puede tenerlo cualquiera.

La fuerza para mantener ese nuevo "cambio" durante el tiempo, ya es arena de otro costal.

El primer paso parece el más sencillo y sin embargo no lo es.

¿Por qué? Porque aunque parezca simple el hecho de que te sientes y te propongas algo que tienes que cambiar en tu vida, lo que la mayoría hace es apuntarlo en su agenda (ya sea física o mental) y se dice a si mismo que va a cumplir ese cambio.

Lo malo de esto es que por mucho que te digas a ti mismo lo guapo que eres, si no te lo crees, nunca llegarás a serlo.

Me entiendes, ¿verdad?.

El fumador que quiere dejar de fumar y se dice a si mismo: "A primero de mes lo dejo".

Eso es fácil.

Lo difícil es que tú mismo te creas que realmente cuando llegue ese día, abandonarás definitivamente esa estúpida adicción (que por cierto, fumar no es un hábito. Si quieres dejar el tabaco de una vez por todas y de forma definitiva, entra aquí).

Te lo dices y te lo propones pero simplemente porque sientes la necesidad de hacerlo, ya sea porque sabes en el fondo de tu corazón que lo necesitas o porque realmente te gustaría que ese cambio se produjese.

Lo malo es que todo se queda en un simple pensamiento al cuál le has dado la posibilidad de que cambie y no se realice al 100%.

En pocas palabras, cuando te dices algo o te lo propones para cambiar algún aspecto de tu estilo de vida, siempre barajas la opción de que puedes fracasar y no conseguirlo.

Y cuando empiezas dándote a ti mismo esa opción, ese pensamiento no tiene fundamento ni peso para mantenerse en el tiempo por mucho.



  • Constancia y disciplina

Los primeros días son relativamente fáciles. 

¿Por qué?

Porque tienes ilusión y estás repleto de energía.

No le has dado tiempo a tu cuerpo a que experimente ese cambio todavía.

Por tanto, no tienes nada con lo que comparar.

Es igual que cuando empiezas una maratón de 40 kilómetros.

¿A que el primer paso que das no te sientes cansado?

¿A que los primeros 100 metros están llenos de alegría, motivación y ganas de llegar a la meta?

Pues claro, porque todavía tu cuerpo no ha experimentado ese cansancio.

La verdadera constancia y disciplina se aplica cuando el cuerpo está probando de lleno el efecto de ese cambio.

Cuando llevas 10 kilómetros, 20 o incluso más, entonces sí que necesitas un plan de constancia y metodología para que no te vengas abajo.

¿Y cuál es la mejor forma de no perder la constancia en algo que está siendo duro para ti?

No darle cabida a tu mente para que influya en ti.


No dejes que tu mente empiece a mandarte información desmotivadora y sobrepasa a todas esas señales que te incitan a abandonar tu propósito.

Escucha a tu mente si quieres, pero no le hagas caso. Ni te imaginas todo lo que influyen nuestros pensamientos en nuestro estilo de vida.

Si crees que no serás lo suficientemente fuerte para sobreponerte a lo que te dice, mejor que no la escuches.

¡¡Ojo!!, todo esto desde el enfoque de la precaución y el sentido común.

A ver si ahora te va a dar un "patatús" en mitad de la carrera por no haber escuchado las señales de alerta que tu cuerpo te estaba mandando.

Tampoco hay que ser masoquista.

En el siguiente post hablaremos de los pasos restantes que componen este círculo vicioso que te impide cambiar tus hábitos o tu estilo de vida de una forma correcta y práctica.


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